thumb image

Recomendaciones nutricionales para el cuidado de personas adultas mayores con pérdida del apetito

Sofía Villegas Solís

Estudiante de Nutrición. 

Como parte del proceso normal de envejecimiento, es común que las personas de avanzada edad muestren cambios en la regulación de las funciones vitales, entre ellas el apetito. A ello se suma las afectaciones emocionales que pueden incidir en la pérdida del interés por comer, así como la ingesta de ciertos medicamentos que pueden afectar el gusto o la regulación del apetito, con lo cual es muy importante estar vigilantes de los cambios y  la regularidad con la que se presenta la pérdida del interés por comer, y cómo esta condición puede llevar a una insuficiencia alimentaria y, por ende, a una disminución en la ingesta de energía y sustancias nutritivas esenciales para que la persona adulta mayor logre mantener una vida saludable.

Como parte del proceso normal de envejecimiento, es común que las personas de avanzada edad muestren cambios en la regulación de las funciones vitales, entre ellas el apetito. A ello se suma las afectaciones emocionales que pueden incidir en la pérdida del interés por comer, así como la ingesta de ciertos medicamentos que pueden afectar el gusto o la regulación del apetito, con lo cual es muy importante estar vigilantes de los cambios y  la regularidad con la que se presenta la pérdida del interés por comer, y cómo esta condición puede llevar a una insuficiencia alimentaria y, por ende, a una disminución en la ingesta de energía y sustancias nutritivas esenciales para que la persona adulta mayor logre mantener una vida saludable.

La alarma más evidente  asociada con la pérdida del apetito es la disminución en el  peso de forma no intencional.  También puede ser observable el bajo o nulo entusiasmo de la persona adulta mayor al ver alimentos que usualmente le agradaban, la omisión de tiempos de comida o dejar en el plato la mitad o más de la comida servida que, anteriormente, consumía sin problema alguno. La pérdida del apetito puede ser un factor de riesgo para la disminución acelerada del peso corporal, padecimiento de anemias y desnutrición, lo cual dependerá de qué tan frecuente sea el problema y la calidad nutricional de la alimentación seguida. 

 

Tanto para la persona adulta mayor, como para quien le brinda cuidados, es muy importante conocer los detonantes de la pérdida del apetito a tiempo, prevenirlos, y modificar lo que  podría estar alterando el comportamiento alimentario, con el fin de evitar complicaciones. Aspectos tales como una baja producción de saliva, alteraciones en el gusto u olfato que hacen que la comida se perciba insípida, efectos negativos de algunos medicamentos en el gusto o apetito, problemas bucodentales, como la falta de piezas dentales  o dolor al masticar, náuseas, vómitos, sensación de llenura, hiperacidez estomacal son algunas situaciones que inciden en que la persona se sienta desganada. También están la tristeza, soledad y alteraciones neurocognitivas, como la depresión y la ansiedad, que pueden llevar a una disminución del apetito, entre otras causas.

Con base en esto, es importante tomar en cuenta una valoración individual de cada uno de los aspectos que podrían desencadenar la disminución en el apetito, y si se trata de una condición temporal o sostenida en el tiempo. Cuando la pérdida del apetito se agudiza, es mayor probabilidad que se presenten complicaciones, tales como decaimiento, debilidad, problemas gastrointestinales, pérdida de la concentración, inestabilidad en la marcha, entre otras,  que pueden ir en aumento, lo cual dificulta la realización de las actividades básicas o llevar a problemas geriátricos mayores. En caso de detectar una merma en el apetito, se recomienda a la persona cuidadora actuar de inmediato para atacar el problema, y buscar ayuda en caso necesario.  

Como parte de las recomendaciones nutricionales para atender la pérdida del apetito en personas adultas mayores están el procurar que la alimentación sea la habitual, puesto que cambios abruptos en los ingredientes o formas de preparación pueden hacer que las personas extrañen los sabores o texturas conocidas y rechacen la comida. Es aconsejable brindar alimentos variados y potenciados en sabor, lo cual favorece una alimentación variada y exaltada en sabor y aroma. Ello  se puede lograr con el uso de productos naturales como orégano, tomillo, ajo, cebolla, apio, entre otros.

Para una mejor distribución de la comida durante el día en personas con poco apetito se recomienda un espaciamiento cada tres horas, con lo cual al incrementar la frecuencia de los tiempos de comida, y el uso de pequeñas cantidades, se pueda favorecer la mayor aceptación e ingesta. También se recomienda vigilar la densidad nutricional de las comidas, con el uso de alimentos variados y nutritivos. Un consejo puede ser el uso de comidas compuestas con varios ingredientes, entre ellos alimentos ricos en proteína; por ejemplo, un arroz con pollo, un pastel de papa con carne molida o una sopa de ayote con huevo. Además, evitar comer comidas poco nutritivas o entre comidas.

La modificación de las texturas de alimentos puede ser necesaria cuando se presenten problemas de masticación o deglución, o bien por gusto o preferencia de alimentos con texturas más suaves. En este caso, es importante adaptar la textura de los alimentos sólo cuando sea necesario, y no generalizar que todas las personas con problemas de apetito lo requieren. Además, en la elaboración de sopas crema o purés, es posible utilizar diferentes ingredientes y mejorar el valor nutricional de las comidas, con el uso de productos ricos en proteínas de buena calidad, como leche en polvo, huevo, carne molida, lentejas, pescado, entre otros.

El uso de suplementos nutricionales debe hacerse bajo supervisión de un profesional en Nutrición.  No debería ser generalizado, dado que no siempre es necesario, o bien debe seleccionarse el producto más apropiado, según los requerimientos de la persona.

La compañía en el momento de comer puede contribuir en una mejora en la aceptación e ingesta de la comida por parte de la persona adulta mayor, quien además tiene la oportunidad de socializar y mejorar sus hábitos de alimentación. Otro aspecto recomendado es incorporar a las personas adultas mayores en las tareas de la preparación de alimentos: según sea posible, lo cual puede generarles un mayor interés por la comida.  

En el caso de personas con déficit cognitivo, y que presenten pérdida del apetito, se recomienda reducir elementos distractores que influyan en su comportamiento alimentario, como el uso de vajilla, manteles u objetos decorativos en la mesa, ruidos perturbadores, uso de la televisión en el momento de comer o ubicación del comedor en lugares con extremo calor o frío, oscuros o sin ventilación.

 

Clegg, M. E., & Williams, E. A. (2018). Optimizing nutrition in older people. Maturitas, 112(April), 34–38. https://doi.org/10.1016/j.maturitas.2018.04.001 

Lochlainn, M. N., Cox, N. J., Wilson, T., Hayhoe, R. P. G., Ramsay, S. E., Granic, A., Isanejad, M., Roberts, H. C., Wilson, D., Welch, C., Hurst, C., Atkins, J. L., Mendonça, N., Horner, K., Tuttiett, E. R., Morgan, Y., Heslop, P., Williams, E. A., Steves, C. J., … Robinson, S. (2021). Nutrition and frailty: Opportunities for prevention and treatment. Nutrients, 13(7), 1–20.https://doi.org/10.3390/nu13072349 

 

Mathieu, M. E., Reid, R. E. R., & King, N. A. (2019). Sensory Profile of Adults with Reduced Food Intake and the Potential Roles of Nutrition and Physical Activity Interventions. Advances in Nutrition, 10(6), 1120–1125. https://doi.org/10.1093/advances/nmz044


 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Enlace a otras noticias:


Noticia Anterior : «
Siguiente Noticia: »
× ¿Cómo puedo ayudarte?
Skip to content